El sueño de la familia perfecta no se cumple se construye.

El sueño de la familia perfecta no se cumple se construye.

Tú sabes cómo nuestra sociedad idealiza la familia perfecta, la que tiene mamá y papá presentes. Que la casa es amplia y con gabinetes organizados, minimalista, hijos que siempre visten con tonos neutros y monocromáticos. Que dicen “si mamá”, “si papá”, y son “criados respetuosamente”. Con papás que escogen a la familia sobre el trabajo pero también tienen todo el dinero del mundo. Con tiempo para hacer actividades sensoriales y también energía para tener momentos de “self care”

¿Si ubicas ese “sueño”?

Pues desde la perspectiva de una mamá de familia de cuatro con dos mejores de 3 yo quiero decirte que eso ¡NO SE CUMPLE! Pero si se construye. Y dentro de esa construcción de la familia de TUS sueños hay trabajo arduo, hay regazónes financieras, hay temporadas de vacas flacas, hay mucha mucha disciplina, hay rutinas que te privan de tener una vida social activa. Hay trabajos que quieres que todos sepan, y otros trabajos que quisieras que nadie supiera pero que aportan su granito de arena. Amigos, el sueño que se construye viene acompañado de malas decisiones que te enseñan, y buenas decisiones que te afirman. Viene acompañado de tiempo de calidad y los muy necesarios tiempos fuera. No todo es fácil, no todo es rápido, hay buenos momentos y hay momentos que están allí para pulir tu carácter.

Te lo paso al costo, para que no desperdicies la vida esperando que se “cumplan tus sueños” y tomes el toro por los cuernos, tengas las conversaciones difíciles con tu pareja por que eso construye. Hagas los sacrificios que sean necesarios, por que eso construye. Digas “NO” a tus hijos cuando es necesario, por que eso construye. No asumas que puedes lograr estabilidad financiera, emocional o relacional en tu núcleo familiar sin que él pilar principal sea Dios. Y no idealices el resultado sin disfrutar el proceso de construcción. Que aún cuando los primeros años de esta construcción toman mucho y son cansados, nuestra recompensa son las sonrisas del diario, las conversaciones sobre nuestro día a la hora de la cena, las risas antes de dormir, los abrazos acurrucados, las pequeñas y grandes metas alcanzadas.

Estoy segura que al final de nuestros días nuestras mejores memorias serán aquellas que vivimos construyendo de la mano de nuestra familia.

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